¿Qué son los trastornos alimenticios?
Los trastornos alimenticios son enfermedades médicas con influencia biológica, caracterizadas por alteraciones de las conductas alimentarias.
No obstante, hay expertos que advierten de la existencia de ideas erradas, acerca de este padecimiento.
Los trastornos alimenticios afectan a casi 1 de cada 10 personas en todo el mundo, según la organización sin ánimo de lucro ANAD.
Jennifer Rollin, fundadora del Centro de Trastornos Alimenticios de Rockville, advierte que los comportamientos relacionados con este mal, pueden ser normalizados erróneamente en algunas culturas.
Hay ocasiones en que las personas se preocupan por su salud, peso o apariencia, y otras se obsesionan con la pérdida de peso o la forma corporal.
En ambos casos, los afectados pueden estar padeciendo esta enfermedad, ya que estos son síntomas de este mal.
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¿Cómo identificar a los trastornos alimenticios?
Según Stuart Murray, profesor de la USC, los trastornos alimenticios son «trastornos psiquiátricos, caracterizados por alteraciones encontradas en la conducta de comer».
«Estas alteraciones, cuando la gente se alimenta causan un deterioro significativo de la propia capacidad para funcionar con normalidad», señaló.
Leah Graves, de Nutrición y Servicios Culinarios de Accanto Health, los define como «enfermedades biopsicosociales«.
Pueden afectar a personas de cualquier edad, origen racial y étnico, peso corporal y género. Incluso, los atletas pueden padecerlos, y estar extremadamente enfermos.
Las investigaciones sugieren que una combinación de factores genéticos, biológicos, conductuales y psicológicos los causan.
De hecho, Murray asegura que son consecuencia de «una constelación de conductas relacionadas con la alimentación que se apartan de una rutina típica».
Igualmente, sostiene que estas alteraciones «pueden causar graves alteraciones en la capacidad de una persona para funcionar con normalidad».
Los trastornos alimenticios más frecuentes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón, y el trastorno por restricción de ingesta de alimentos.
Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces coinciden, y lo recomendable es que los enfermos sean evaluados por especialistas.
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